Algunos
Críticos se quejan de la ausencia de los escolares en las bibliotecas o en librerías,
leyendo o comprando libros de autores clásicos o al menos de renombre
literario, prolíficos, destacados, premios nobel. Y algunos padres de familia hacen lo mismo al lamentar
que sus hijos solo leen libros de sagas o literatura “barata”, “noveluchas”,
autores desconocidos o muy conocidos pero que escriben para el pueblo, el
vulgo.
Sin
embargo, haciendo recorridos retrospectivos encontramos que muchos de los
afamados cultores de las letras se
iniciaron leyendo este tipo de “literatura”.
Para
no ir muy lejos, recordemos que Don Miguel de Cervantes Saavedra influenciado
por la literatura caballeresca o Libros de caballería, que en su época fueron
severamente censurados y considerados “absurdos, tediosos e inverosímiles”, (tal como el Amadis de Gaula o los poemas
caballerescos de Ludovico Ariosto que tanto le gustaban a Cervantes) y que lo
impulsaron a escribir un libro como El Ingenioso
Hidalgo Don Quijote de la Mancha, en donde un hidalgo se vuelve loco por
leer libros de caballería, son el ejemplo clásico de la contribución de la
lectura en la producción literaria o en la creación de escritores.
Autores
como Isabel Alende, la sueca Selma Lagerlôf (nobel de literatura 1909) y Jorge
Luis Borges (nominado 30 veces al premio Nobel), confiesan que su literatura se
inició leyendo sagas. (Borges dijo que se leyó la Volsunga Saga traducida al inglés por William Morris y que esta lo
impactó e influenció).
También
ha habido autores que manifiestan haber sido influenciados por los libros de
Juglaría (Cantar del Mio Cid, La Leyenda de los Infantes de Lara, El cantar de
Roldán, El Cerco de Zamora) o por los
libros de Clerecía (Libro del Buen amor del Arcipreste de Hita, Libro de
Apolonio, Libro de Alexandre), que en su época eran destacadas sagas.
Muchos autores latinos modernos han confesado que se
iniciaron leyendo sagas de piratas como las del escritor italiano Emilio Salgari
(1862-1911), (Sandokan, El Corsario Negro,
Los Tigres de Malasia o Tigres de
Mompracem) . Daniel Samper Pizano, dice, por ejemplo de Salgari, que” Él me
guió por mapas abstrusos y me presentó gentes cuyo recuerdo permanece aún
conmigo”. En 1940, Gabriel García Márquez confesó que le encantaban los libros
de Salgari y los de Mosqueteros de Alejandro Dumas.
Vargas Llosa nos cuenta que “El paraíso de la infancia no es
para mí un mito literario sino una realidad que viví y gocé en la gran casa
familiar de tres patios, en Cochabamba, donde con mis primas y compañeros de
colegio podíamos reproducir las historias de Tarzán y de Salgari”.
Y es que muchos escritores
se iniciaron en la letras, devorando sagas y comics como Las aventuras de Tarzán, Supermán, Batmán,
Dick Tracy, El Fantasma, Kaliman, Mandrake el mago, El Santo, El Llanero
Solitario, Red Ryder y Hopalong Cassidy. Este tipo de lectura,
enseñó a la juventud de la época, a mantener continuidad en el texto,
expectativa en la historia, aprender léxico y gramática pero, ante todo,
afición por la historia que se narraba, es decir apego a la lectura. Así mismo
crearon nudos o ataduras con sus lectores lo que permitió el nacimiento de
nuevos autores, escritores que son los que actualmente leemos.
Otros literatos, confiesan haberse dejado impactar por la
saga rosa de Doña María del Socorro Tellado López, más conocida como Corín
Tellado y cuya obra, calificada por muchos como subliteraria, es la tercera más
vendida, en lengua española, después de la Biblia y del Quijote de Cervantes.
La escritora Andrea Saga (autora de la saga “Potenkiah”, ) dice:
“yo creo que ningún libro que abra las puertas de la lectura a los jóvenes y
los convierta en libro adictos, es un mal libro” … “Ese libro es el que a lo
mejor lo convierte en un lector que diga ‘quiero más’, y de ahí se va a pasar a
otro y a otro más”, indicó.
Christopher
Paolini, un brillante joven que a sus 15 años, debido a su precocidad,
tuvo que ser educado en casa, por su
madre, después de haber leído
innumerables sagas, decidió escribir su propia saga, un libro sobre dragones
que hoy conforman la saga llamada el “Legado” (Las aventuras de Eragon), una de
las más compradas y leídas por los
jóvenes de los EEUU, a tal grado que fue
recientemente Betseller en New York.
Las
sagas que más impactan las mentes de los jóvenes modernos, son “El señor de los
anillos” (J.R.R. Tolkien), “Canción de hielo y fuego” (George R.R. Martin), “La
Rueda del Tiempo (Robert Jordan), “Harry Potter” (J.K. Rowling), “Crónicas de
Conan” (Robert E. Howard); “Crónicas de Narnia” (C.S. Lewis), Juego de Tronos”
(George R.R. Martin), “Terramar” (Ursula K. Le Guin) y “Los juegos del Hambre”
(Suzanne Collins), por citar tan solo algunas y son las que hacen fantasear a millones de mentes ávidas de
aventura y de creatividad y de las cuales saldrán los escritores del futuro.
En
Colombia, en la década de los sesenta y hasta los 80, un atrevido escritor
caleño de nombre Hernán Hoyos escandalizó al país con una saga de libros
impresas en editoriales clandestinas, expendio callejero, de excesivo corte popular y con un alto
contenido erótico, que fueron prohibidos en colegios, escuelas y universidades
y fueron catalogados por la crítica literaria como panfletarios, populares, es
decir de poco valor, lo que ocasionó que se volvieran atractivas y
mucho más leídas. Todas sus ediciones se agotaron. Igual sucedió con el
escritor José María Vargas Vila cuyas obras de alto contenido anticlerical y
erótico fueron vetadas por la iglesia y los moralistas de la época, lo que las
hizo celebres. “Vargas Vila pasó a ser un
autor prohibido por las instituciones religiosas, educativas y políticas.
Leerlo se consideraba un pecado, pero no hubo joven en el mundo hispano que no
se iniciara sexualmente con sus novelas eróticas, como tampoco hubo joven romántica
que no sucumbiera a la tentación de leerlo “…“Autores como Ramón del Valle
Inclán, Francisco Villaespesa y Pompeyo Gener, elogiaron su incendiaria y
vibrante prosa, ya que contó con el aprecio y el respecto de las más grandes
figuras del Modernismo: José Martí, Rubén Darío, José Enrique Rodó, Rufino
Blanco Fombona y Manuel Ugarte, entre otros. Además, la posteridad no lo trató
tan mal. Ante la fuerza de su verbo y de su carácter se rindieron figuras clave
como Pablo Neruda y Gabriela Mistral”.
Dado
su grado de aprehensión, los jóvenes aficionados a la lectura, buscan textos en
los cuales analizan: cómo han sido preparados los argumentos, las ideas
centrales y generales y sobre todo las estructuras ideológicas y gramaticales.
Si estas no están bien definidas, medulares, con seguridad no pasan del primer capítulo.
Por
eso a los jóvenes hay que dejarlos que lean lo que les motiva, lo que quieren,
lo que los estimula. Tratar de imponerle los libros que ha leído el docente, o
los que éste considere que son los más adecuados, sería castrarles la lectura,
que es una acción o proceso bien difícil de tener y mantener en una persona.
BIBLIOGRAFIA
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